sábado, 12 de marzo de 2016

La iniciativa privada en las fianzas judiciales: los cazarrecompensas

Comenzamos marzo con un nuevo artículo que trata sobre la iniciativa privada a la hora de atrapar a un perseguido por la Ley.

Para una mejor comprensión del tema, en este artículo se esbozará el oficio en su país de origen, los Estados Unidos y, en un posterior artículo, se mostrará cómo se puede proceder en España.

¿Qué es un cazarrecompensas?

Describamos con más propiedad de qué estamos hablando. Cuando se oye la expresión cazarrecompensas, viene a la mente la imagen de una película del Oeste: pistolero de rostro serio que persigue a un malhechor con un Colt en la mano y con el folleto de "Se busca, vivo o muerto" en la otra. La realidad actual es otra.

El origen moderno de este oficio se sitúa en EEUU tras la Guerra Civil de finales del siglo XIX. En 1866, un tal McGuire consiguió que un fiador le pagara una fianza de 8000 dólares por un delito de hurto (larceny, en inglés) cometido en Connecticut. Mientras esperaba juicio, McGuire regresó a su casa en Nueva York. Al poco tiempo, fue extradito al estado de Maine por un delito de robo con fuerza (burglary, en inglés) del que el fiador no tenía conocimiento.

Llegó el día del juicio en Connecticut y, como se puede imaginar uno, McGuire no apareció . Así, el fiador perdió los 8000 dólares. Cuando se enteró de lo sucedido, puso los correspondientes recursos que llegaron al Tribunal Supremo. Éste, en su sentencia Taylor contra Tainton de 1872, señaló que era responsabilidad del fiador la comparecencia del reo en el juicio y que, por lo tanto, estaba autorizado para tomar las medidas necesarias para asegurarse de ello, incluida su persecución y detención. También autorizaba al fiador a entrar en el domicilio del reo sin orden judicial si llegara el caso, pudiendo actuar personalmente o mediante agentes delegados en cualquier estado de la Unión.

Esta sentencia dio a los fiadores las mismas competencias que a un sheriff a la hora de perseguir y detener a los reos fiados, por lo que no tardaron en organizarse negocios al respecto. Los fiadores gestionaban la libertad condicional de los reos y los cazarrecompensas, por orden de los primeros, se dedicaban a la busca y captura de aquellos que faltaban a las condiciones de la fianza.

Los tiempos modernos.

Mucho ha evolucionado desde entonces la situación. Para explicarlo, qué mejor que un ejemplo:
  1. El señor Smith le han detenido por conducir ebrio al volante y es encarcelado por ello en la cárcel del condado (así se las gastan por aquellos sitios). Se le impone una fianza de, por ejemplo, 4000 dólares con la condición de presentarse en el juzgado ciertos días a la espera de juicio.
  2. El señor Smith no dispone en el momento de tal dinero ¿Qué hace entonces? Recurre a Banister's Bail, un fiador autorizado  (Bail Bondsman). Éste estudia su caso y le propone pagar los 4000 dólares. Por su servicio cobra el 10% de la fianza (400 dólares en este caso), cantidad más asequible. Se formaliza un contrato con las condiciones del servicio, Smith paga a Banister's 400 dólares y Banister's deposita 4000 en la oficina judicial o en la del sheriff, según proceda. Smith puede irse tranquilamente a su casa.
  3. Llega el día de presentarse en el juzgado y pueden suceder dos cosas: 
    1. Smith se presenta. Todo en orden. Si, además, se presenta a juicio, se han cumplido las condiciones de la fianza y Banister's recupera los 4000 dólares depositados en su día. El negocio entonces le ha reportado 400 dólares de ingresos.
    2. Smith no se presenta a alguna de las comparecencias. Banister´s pierde los 4000 y Smith estará en busca y captura.
  4. Pero Banister's es un profesional que vive de su negocio. Y a un empresario no le gusta perder dinero tan fácilmente. Entonces procederá a localizar a Smith y contactar con él para saber por qué no se ha presentado. Una vez hecho esto, Banister's concertará una comparecencia ante la autoridad de manera que Smith siga en libertad y el no pierda los 4000 dólares depositados. Aunque parezca mentira, la mayoría de incidencias a las que se enfrenta un fiador son de este tipo. Problemas personales de diverso tipo (viajes, olvidos, enfermedad, etc.) impiden que el reo no se presente ante las autoridades; pero siempre está el fiador para solucionarlo todo con una simple llamada de teléfono.
  5. Ahora que también puede pasar que Banister's no localice a Smith, con lo cual perderá los 4000 dólares depositados. Si quiere recuperarlos, no queda otra que perseguir y capturar a Smith por sí mismo o mediante otro profesional: el cazarrecompensas (Bail Enforcement Agent, Fugitive Recovery Agent), que se limita a localizar y detener al fugitivo y cobra del fiador por sus servicios.
Las cosas han cambiado con el paso del tiempo y, como se ha comentado un poco más arriba, el cazarrecompensas es el último recurso que se emplea hoy en día. La mayoría de los casos se resuelven vía telefónica y el cazarrecompensas tiene límites en su oficio. La legislación también se ha vuelto más restrictiva con el fin de evitar abusos.

Para empezar, debe poseer una licencia que le autorice a ejercer dicha profesión. Dicha licencia es válida en el estado para que se emite, aunque se tolere en otros. Sin embargo, hay estados donde el negocio del cobro de fianzas no está permitido. Tampoco puede actuar fuera de los Estados Unidos. De hecho son varios los que han sido condenados por Méjico o Canadá por detención ilegal. Los tribunales federales estadounidenses no suelen poner objeciones a su extradición.

Así mismo, cada estado de la Unión exige ciertas condiciones del servicio, como la formación requerida, armamento permitido, la obligatoriedad de uniformes o prendas identificativas, etc.

Se trata de una profesión que debe ser ejercida con cautela. El cazarrecompensas no dispone de la misma protección legal que un funcionario policial. Por lo tanto, en casos como detener a la persona equivocada, irrumpir en un domicilio que no es el del fugitivo, generar daños a terceros o que el fugitivo sea herido o muerto durante su detención o custodia,  habrá que responder de tales hechos ante un juez.

Por lo tanto, la mayoría de estos profesionales poco tienen que ver con el show televisivo que montan algunos de ellos como Duane Dog Chapman, con un equipo de forzudos de gimnasio armados hasta los dientes. En su mayoría son personas pacientes, discretas en su presencia y en su trabajo. Llegado el momento de detener al fugado muchas veces se soluciona con poner la mano sobre el hombro del mismo, preguntarle por su nombre e identificarse explicándole el por qué. Se le esposa y se le entrega en donde corresponda. Su labor corresponde más a la de un detective privado que a la de un policía o un comando militar. En algunos casos, se trata de una actividad complementaria a otro oficio ejercido por el cazarrecompensas.

Resumen

A pesar del tiempo transcurrido y de los medios públicos disponibles para la búsqueda y captura de los evadidos de la acción judicial, en los EEUU sigue vigente la inciativa privada en lo referente a esta materia. Alrededor de 31500 personas con fianza de un agente incumplen los términos de ésta en un año. El 90% de ellas se solucionan.

No obstante, la regulación del sector es cada vez más restrictiva con el objeto de evitar que se reproduzcan ciertos abusos que venían aconteciendo. Tal regulación está llevando a una mayor profesionalización del sector.

Lo cual muestra una imagen más alejada de películas y programas televisivos y más cercana al mundo de la investigación privada, aunque expuesta a más peligros.